Las escuelas de tauromaquia son un elemento esencial en el devenir más inmediato de la Fiesta. Ya, desde la creación de la Real Escuela de Tauromaquia en 1830, Sevilla -lugar de pastos de las más encastadas ganaderías bravas y cantera natural de lidiadores- se perfila como el enclave más idóneo para aprender a torear. Así, las escuelas taurinas de Sevilla se empeñan con celo en ser útiles para el aprendizaje de los jóvenes que aspiran a ser toreros.